Describe tu imagen inicial. No pienses mucho, si está bien o mal; recuerda: primero escribe, luego corrige.
Revisa los inicios de tus autores favoritos. Generalmente te dan la imagen de:
- Quién está en escena.
- Dónde está.
- Qué está haciendo.
Veamos uno muy sencillo:
“El hombre de negro huía a través del desierto y el pistolero iba en pos de él”.
Este gran inicio es de La torre oscura, de Stephen King, en su versión español:
- Quién(es): el hombre de negro y el pistolero.
- Dónde: el desierto.
- Qué hacen: uno huye y el otro lo persigue.
¿Ves qué fácil?
Hay otros autores que prefieren acudir a la descripción del entorno y luego meten ahí al personaje, al que vamos viendo cada vez mejor conforme avanza.
Hay autores que prefieren una reflexión, a veces larga, y entonces ya se meten a la narración en sí.
Hay varias de maneras de iniciar. Yo, a veces, prefiero la frase corta SI SE PUEDE y hago un intento honesto por responder al quién, dónde y qué.
Resalté el SI SE PUEDE porque a veces la historia exige otro tipo de comienzo. Eso te lo da la práctica, dicen. Pero no te exijas a ti mismo perfección desde el inicio. La narración te va atrapando porque avanza. Déjala que avance, omite tu opinión y concéntrate en describir: mira lo que hace el personaje y síguelo, como una sombra, como un cazador que acecha a su presa. Síguelo y te irás sorprendiendo conforme avancen, él y tú, en la historia. Te divertirás y entonces gozarás con tu escritura.
Recuerda: los inicios no salen a la primera. Para eso existe el primer borrador.
Y el segundo.
Y el tercero.
Escribe, luego corrige.
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