lunes, 27 de abril de 2020

ESCRIBIR MUCHO

Veníamos respondiendo la pregunta cómo escribir y te compartí tres enseñanzas básicas que a mí me han servido: leer mucho (que ya la comentamos en la entrada anterior), escribir mucho y vivir mucho. Ahora nos enfocaremos en la segunda: escribir mucho.

¿Qué tanto es “mucho”?

Es probable que al principio sólo escribas cuando estés inspirado, pero ya vimos que no siempre debemos fiarnos de la musa. Quizá de pronto tengas muchas ideas y no sepas por cuál comenzar o te hagas bolas, te fastidies y lo dejes. Todo ello está bien.

Eso es fácil de superar. Pero requiere disciplina. Cuando te sientas abrumado, recuerda: primero lo primero. Es una frase muy simple que nos ayuda a enfocarnos y establecer metas y prioridades. Esto lo retomaré cuando hablemos de cuándo escribir; por lo pronto, quisiera dejar claras algunas cosas.

Soy de los escritores que sólo pueden trabajar un proyecto a la vez. Cierto, quizá escribo ideas o escenas para otra cosa, pero no le doy tanta energía; me enfoco sólo en un mundo y en una historia. Luego descanso, escribo algo más breve (o simplemente no escribo nada, porque también se vale) y más adelante tomo otro proyecto grande (y por grande, me refiero a una novela, que es donde me siento más cómodo y libre).

Logré desbloquearme de varias ideas que tenía para distintos proyectos con el sencillo axioma de primero lo primero. Me ayudó conocer algo sobre planeación, cronogramas (mensuales y semanales), y, sobre todo, de metas. Metas alcanzables, sin forzar el trabajo, disfrutándolo.

Esto lo hice más consciente con Guerreros Celestiales. Por ejemplo, me ponía un capítulo a la semana, tres cuartillas al día o, mínimo, una. Si me iba bien, alcanzaba las tres. Si no, intentaba terminar una hoja. En casos extremos, donde no me sintiera muy concentrado en la historia o que no avanzaba o me distraía o tenía pendientes de trabajo, o, simplemente, estaba cansado, dejaba la meta en unas cuantas líneas; y, para evitar frustrarme, me repetía cosas como “hiciste hoy lo mejor que pudiste. Mañana lo harás mejor”. Y claro, la consigna era que al día siguiente iría por esa cuartilla.

Una cuartilla es una meta sensata. Escribe y luego corrige, recuérdalo. Si intentas corregir a la primera, puedes bloquearte también. Escribe como te salga, nadie va a ver si te equivocas. Date oportunidad de aprender. Cuando venga la etapa de corrección, entonces le quitas y le pones todo lo quieras. Si no puedes con la cuartilla, intenta por lo menos hacer un párrafo. Un párrafo diario equivale a que en un mes tendrás treinta párrafos. Lo mismo que las cuartillas. Si haces una diaria, en un mes tendrás treinta. ¿Y en un año?

Pareciera que escribo muy rápido, pero no. Mi ritmo es lento, a veces más de lo que yo quisiera. Pero el ritmo no está para cubrir mi expectativa. Conozco casos en los que el autor puede escribir sin detenerse durante horas y cuando se dan cuenta, ya se le pasó medio día. Yo no. Yo tardo mucho en escribir. Así es mi ritmo. Cada quien tiene el suyo y debemos aprender a conocerlo y a tenernos paciencia. Si de pronto nuestro ritmo habitual no anda muy bien, no pasa nada. Sabemos que mañana podemos hacerlo mejor. Avanza. Lento, pero avanza.

lunes, 20 de abril de 2020

CÓMO ESCRIBIR

Ya respondimos el quién y el qué, ahora vamos al cómo.

El cómo llega con la práctica. No esperes a las musas. Son caprichosas, yo las detesto. Sí, está bien que de pronto te llegue una revelación y tengas el impulso de sentarte a escribir en ese preciso momento, porque se te ha ocurrido algo maravilloso.

Pero no siempre sucede así.

La inspiración debe encontrarnos trabajando (otro lugar común). Es verdad. La disciplina y el trabajo nos llevarán a trascender a las musas. Y si no vienen, no importará tanto, porque tu convicción está por encima de ellas.

La mejor enseñanza que me han dado se la debo a mi profesor de literatura en la preparatoria. Me dijo que si quería ser escritor debía hacer tres cosas, nada más: leer mucho, escribir mucho y vivir mucho. En ese orden.

LEER MUCHO

Un escritor que no lee, no es escritor. La materia prima es el lenguaje, las palabras. Leer mucho y de cualquier cosa nos dará muchas herramientas: más palabras, mayor capacidad de imaginar y de reflexionar, de pensar y estructurar oraciones en la hoja, de conocer otros estilos narrativos y adaptarlos al tuyo, etcétera.

Aunque te dediques a escribir cuentos, lee novelas también; lee muchos ensayos y muchos libros de poesía. Lee obras de teatro, artículos de revistas que sean de tu interés o de las áreas que te agradan.

Por ejemplo, a mí me gusta leer novelas de cualquier tipo. Disfruto las sagas épicas o de animales, como Los Gatos Guerreros, de Erin Hunter, o La torre oscura, de Stephen King. Me gusta leer a Italo Calvino, a Luis Sepúlveda, a Fernando del Paso, a René Avilés Fabila.

Después de que leo una novela extensa, como Bomarzo o Rayuela, acudo a leer cuentos. Acudo a Juan Rulfo, a Jorge Luis Borges, a Mario Sánchez Carbajal, o a alguna antología de género para distraer mi cabeza y relajarme.

Busco también intercalar mis lecturas de novelas con poemarios. No siempre acudo a los mismos autores. Tengo la fortuna de tener una madre escritora de poesía. Eso significa que tenemos muchos libros del género.

Hace poco leía por primera vez a Ernesto Lumbreras y descubrí una sensación maravillosa. Lo mismo me sucedió al conocer a Eva de Angelis. Pero si me preguntas por autores favoritos de poesía, podría mencionar a Octavio Paz, Carlos Pellicer, Raúl Bañuelos, Ignacio Martín, Roberto López Moreno, Ciprián Cabrera Jasso, entre otros. Me gusta leer a los poetas malditos, pero no estoy tan clavado en el género. Eso está bien cuando eres estudiante. Pero hay que leer a otros más.

Te recomiendo que leas ensayos. Si vienes de leer una novela que te ha dejado no sólo placer y encantamiento, sino cansancio también (las aventuras fatigan y los héroes deben descansar para recuperar fuerzas), te sugiero que leas ensayos breves.

Hay sinfín de antologías con ensayos: por género, por país, por tema, etcétera. En internet te puedes encontrar muchas cosas interesantes, pero no hay como regresar a lo esencial: los libros.

Ahora que si bien, terminas de leer algo breve como una antología de cuentos, de poemas o de artículos de tu interés, intenta acercarte a un ensayo más largo y complejo. Yo he disfrutado mucho leyendo a Calvino, a Octavio Paz o a Maeterlinck.

Acude a los grandes autores que nos sugiere la Historia o a los que leen tus héroes, es decir, los escritores y artistas que admiras.

Debo confesarte algo: no siempre me gustó leer.

Los primeros años de mi vida prefería hacer otras cosas: jugar futbol o videojuegos, por ejemplo. Fue hasta vi la película “The doors”, de Oliver Stone, que me encontré con Jim Morrison, un personaje que me dejó deslumbrado, no sólo por su desenfrenada forma de vida, sino por su escritura.

Una vez fui con mis padres a las librerías de viejo en el Centro Histórico de la ciudad de México y encontré una biografía de Jim. No sólo eso: dos libros con sus poemas. Los devoré. Y comencé a leer a los autores que Jim acostumbraba: poetas y filósofos. Y desde entonces no paro de leer.

¿Recuerdas que te comenté antes que al principio imitamos a nuestros autores favoritos? Es normal. Cuando leí Bomarzo, de Manuel Mujica Lainez, me dieron ganas de escribir una novela histórica. No quito el dedo del renglón (otro lugar común), pero no es lo que deseo escribir ahora.

En este momento, estoy encauzando mi energía en otros proyectos, por el gusto de hacerlo nada más, ni siquiera ya lo hago por publicar (porque a veces pensamos que publicar es la consecuencia de escribir, y hasta cierto punto es verdad. Pero tampoco lo es del todo).

Dicen por ahí que si quieres escribir una novela de fantasía, leas novelas de fantasía: El señor de los anillos, El Silmarillion (que yo prefiero mil veces antes que El señor de…), Crónicas de Narnia, Loba (de Verónica Murguía), Dragonlance (de Margaret Weis y Tracy Hickman), entre otras. O, por ejemplo, si quieres escribir novelas de terror, leas Drácula, a Edgar Allan Poe, a Lovecraft, a Stephen King.

Es obvio que si estás trabajando en un ensayo sobre la Independencia de México, tengas que leer del tema para documentar tu trabajo. Si quieres escribir poemas de amor, está bien, lee del tema...

...pero ahí viene mi recomendación.

Cuando estoy escribiendo algo de fantasía, por ejemplo, procuro no leer del género.

Cuando trabajé en la saga Guerreros Celestiales, lo que menos leía era fantasía; es decir, cuando estoy en un proceso creativo leo otras cosas distintas, siento que así no contaminas tu texto con cosas del género.

Mencioné proceso creativo. Gran parte de tu trabajo, o del mío al menos, es pensar; construir la imagen que sigue en la trama y después traducirla al papel. Aquí vas conjuntando inspiración con trabajo, con ensayo y error. 

Recuerda que escribir es como un oficio, tan noble y digno, como el trabajo de un plomero o un carpintero. La cosa es que tú encuentres tu ritmo y tu método.

¿Cómo?

Con el siguiente apartado: Escribir mucho.

lunes, 13 de abril de 2020

EMPECEMOS - SIETE PREGUNTAS A RESPONDER

Un día decidí que quería ser escritor. Quizá tú también ya lo decidiste o estás a punto de hacerlo. Da miedo, sí; pero es como cuando vas a conducir el auto por primera vez:

Hay una serie de recomendaciones basadas en la experiencia, así como mecanismos de seguridad y procedimientos que hacen placentero el momento; además, llevas una cajita de herramientas que te ayudan por si acaso.

Algo así es la escritura.

Pero primero lo primero.

Basta, me parece, con que vayamos respondiendo a siete preguntas para entrar en este mundo. Lo que aquí te comparto es experiencia personal. Si algo te sirve: tómalo, te lo regalo de corazón.

Siete preguntas a responder:

  • Quién.
  • Qué.
  • Cómo.
  • Cuándo.
  • Dónde.
  • Por qué (y para qué).

En esta entrada, responderemos a las primeras dos:

QUIÉN

Si estás convencido, si de verdad quieres iniciar esta aventura o continuar el camino de la escritura, la respuesta debes saberla: ; tú quieres ser escritor; tú eres escritor. De eso depende lo demás.

QUÉ ESCRIBIR

Creo que esto se va descubriendo y perfeccionando en el camino.

Las primeras cosas que escribí fueron letras de canciones, intentos de poemas y notas que coleccionaba en un cuaderno, ya fueran párrafos de libros, ideas o reflexiones personales. Luego llegaron los cuentos y en este periodo descubrí que quería contar historias. Me atraía más la idea de una novela, pero fui practicando con relatos y algunos artículos para internet.

Escribía poemas también. Pero sucedió que al terminar un diplomado que estudié en la Escuela de Escritores de Sogem, me costó más trabajo escribir poemas y cuentos. Y hasta la fecha sucede. Me entiendo mejor con las novelas.

Quizá tú ya sepas, si vas empezando, a qué te quieres dedicar. Pero no está de más de pronto saber escribir un ensayo, un cuento o un poema. Sirve al menos como una práctica.

Porque escribir es como cualquier oficio. Es un entrenamiento constante. Nunca se llega a la perfección, pero a la par que vamos evolucionando como seres humanos, nuestra manera de escribir lo hace también.

Puede ser que vayas empezando o traes la idea de querer escribir, pero no sabes cómo; o incluso nunca antes has escrito.

Bueno, la práctica hace al maestro, dice un lugar común.

Así como me sucedió, podría pasarte también a ti. Quizá quieras escribir cuento y resulta que eres más ducho con los poemas. Eso tú lo vas a ir descubriendo.

Al principio imitas. Es normal, por ejemplo, si quieres dedicarte a escribir cuentos que si lees a Edgar Allan Poe, hagas tus primeros cuentos imitando su tono.

Pero llega un momento en que debes ir descubriendo tu propio estilo y eso, insistiré mucho, te lo da la práctica.

Somos un cúmulo de experiencias, de lecturas, de paradigmas, de costumbres. Toma lo mejor del mundo y enriquece tu vida; o, en nuestro caso, tu forma de escribir.

Haz camino al andar (otro lugar común), pero sigue adelante. Si escribes porque piensas que ganarás dinero o porque quieres ganarte un premio y ser famoso, estás en el camino equivocado. La literatura, la buena, no es negocio.

Si quieres escribir, escribe. Si los premios y los aplausos llegan qué bien, pero escribe porque amas escribir, porque es la manera como tú y el mundo están en armonía.

Porque escribir te convierte en mejor persona.

UNA NOTA ¿FINAL?

Durante estos meses, te he compartido un poquito de mi breve experiencia con las letras, y de cómo he ido descubriendo mis propios métodos p...